
Un recorrido de los más conocidos en Segovia, gracias tal vez a los distintos centros de aventura que operan en este tramo del río Duratón. Si decides encargarles el paseo, te ofrecerán un recorrido histórico y anecdótico que merece la pena ser escuchado, pero sobretodo te evitas el porteo de las embarcaciones desde el coche hasta el único punto de embarque, El Portillo, trescientos metros de pendiente arenosa. Por contra, estás atado a su horario y no es habitual que prolonguen el recorrido hasta la presa de Burgomillodo.

Aquellos que se sienten tentados de embarcar desde el puente de VillaSeca, algo habitual hace años, deciros que el cañizo y la vegetación hace inviable progresar con el kayak. Nosotros no lo hemos intentado. Además es habitual que en los veranos calurosos el agua vaya retrocediendo dejando lodo y un delgado riachuelo donde meses atrás constituía un trayecto navegable.
No hace falta pedir permisos para navegar si sois un grupo de menos de 8 embarcaciones, no obstante, si queréis ampliar información remitiros a las oficinas del Parque Natural en Sepúlveda.
Parque Natural de las Hoces del Duratón

El Parque Natural de las Hoces del Duratón abarca un conjunto de valores naturales que merecen la pena visitarse. Pincha aquí para ampliar información
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Para llegar al punto de embarque hay que tomar un camino de tierra muy marcado y señalizado con dirección al Monasterio de la Virgen de la Hoz. Este camino avanza en dirección Norte hasta llegar a una zona arenosa, muy evidente para dejar el coche a la sombra de numerosos pinos y dibujándose, a pocos metros El Portillo, paso natural abierto en la caliza que discurre en fuerte pendiente hasta alcanzar el río. Este tramo es penoso si llevas una barca pesada, sobre todo a la subida.
Una vez en el agua, todo es coser y remar...entre 8 y 8,5 Km de navegación si inicias primero la ruta en dirección Este para ver las ruinas del Monasterio de la V. de la Hoz y desde aquí retomar de nuevo el curso hacia la presa de Burgomillodo, recreándose bajo la Ermita de San Frutos, viendo los buitres revoloteando o posados en sus buitreras, observando las incontables carpas buscando el oxígeno que les falta en el fondo, o simplemente resguardarnos del sol bajo la colosal muralla rocosa. En fin, dejamos por unos instantes de palear y dejamos sentir el aire sosegado y el murmullo de una naturaleza monacal, que invita "por momentos" a recluirnos en las cuevas como nuevos ermitaños.
El zumbido del móvil que olvidamos apagar nos devuelve de golpe a nuestra cotidiana realidad .

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