jueves, 10 de abril de 2014

TRAVESÍA POR EL BOLARQUE: EL CASTILLO DE ANGUIX

Esta travesía discurre en aguas represadas del Tajo navegando en el Embalse de Bolarque, Guadalajara.

Iniciamos el trayecto cerca del salto de Entrepeñas, sobre el punto kilométrico 19,700 de la CM 2009 que une Sayatón y Entrepeñas.(30T  x=518439  y=4481347 European 1950).



Partimos pues de una explanada donde dejar tres o cuatro vehículos y acceder cómodamente al embalse.
Nuestro objetivo era subir al castillo de Anguix y contemplar una panorámica espectacular del Tajo, convertido en una serpiente esmeralda que se desliza a través de la sierra caliza de Altomira.



Recuerdo que hace años el acceso al castillo no estaba vallado y este entorno era un punto singular para pescadores y aquellos que queríamos disfrutar de un bonito día de campo.
Lamentablemente los actuales dueños de esta finca tienen cercados kilómetros de parcela, siendo imposible acceder al embalse por este margen del Tajo. Ponerle puertas al campo es una cacicada más a las que tristemente nos estamos acostumbrando.
Las riberas de los ríos, lagos y zonas costeras deben disponer de servidumbres de paso, formando parte del patrimonio y disfrute de los ciudadanos de un país. 
No es el cometido de este artículo debatir sobre la conveniencia o no de limitar los accesos a zonas naturales, pues en muchos casos esto se hace únicamente con fines particulares y lucrativos, y no con criterios conservacionistas. ¡Bien que arrasan, vuelan laderas y asfaltan caminos cuando interesa plantar algarrobicos, que como bien sabéis no son árboles forrajeros sino mega hoteles en Parques Naturales!


¡Bueno, vamos a mojarnos si, pero con agua dulce y cristalina que a eso hemos venido!



El recorrido desde el embarque hasta el recodo del río donde abandonamos los kayaks a pie del Castillo es de 9,4 Km., unas dos horas, poco más.
Un plácido trayecto fluvial entallado entre margas y calizas adornado por riscos y estratos verticales, cuchillas de roca caliza que más parecen murallas de vetustas ciudadelas, que fenómenos geológicos.


La subida al castillo es evidente porque un arroyo desemboca en la pequeña ensenada que se torna enseguida en sendero y nos conduce a la fortaleza, siempre visible a nuestra derecha, desde donde nos vigila erguida en el otero.
En un kilómetro de subida progresiva, y un último tramo para resoplar, se alcanza esta roca amurallada.
Este castillo construido en el siglo XII  ha sido más objeto de posesión, vigilancia y resguardo del caserío de Anguix, que testigo de batallas y maniobras estratégicas o defensivas.



EL CASTILLO DE ANGUIX







Las famosas crónicas de Abderramán III lo citan, asombrándose de la orografía del terreno, repleto de peñas recortadas e impresionantes desfiladeros. También, le atrajeron las fuentes al salto que realiza el Tajo a su paso por la zona. Aunque a los árabes les encantaba, no pudieron conservarlo, puesto que los señores feudales lo reconquistaron entre los años 1085-1117.

Lo que hoy se conserva permite imaginar la estructura en torno a la torre del Homenaje o primitiva fortaleza. La planta actual es de tipo pentagonal, con murallas de unos seis metros de altura, restos de torreones cilíndricos en las esquinas y otro hacia poniente, que abomba y amplía lo que en origen fue una estructura paralelepípeda.

Su recinto exterior contaba con barbacana más baja que le cubría por los lados norte y oeste –más accesibles en los ataques –, mientras que la abrupta pendiente le protegía por el sur y el este. El interior ha sufrido varios derrumbes, pero conserva aún la entrada a un aljibe que ocuparía el patio central –muy pequeño, pues la fortaleza no llegaba a alcanzar los 25 metros de longitud en su eje más largo –. La fuerte torre del Homenaje es lo más destacado de todo el conjunto arquitectónico, se conserva bastante bien y confiere al edificio su prestancia antañona y evocadora.A pesar de todo, el castillo de Anguix es una de las piezas más bellas del nutrido plantel de los castillos de Guadalajara.” 

PLANO DEL RECORRIDO:



Fotos: José Antonio Fernández y Javier Sánchez